Mi Historia
Que tan valiosa es la imagen que representa El Sagrado Corazón de Jesús, que el Papa Francisco dijo en 2013, el primer año de su pontificado:
"El Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para la entera humanidad.”
Esta imagen fue vista por primera vez por Santa Margarita María Alacoque en 1673 en Paray le Monial, una pequeña comuna de Francia al sur de Paris, con ella se quejó amargamente de nuestra falta de amor y a quien dejó sus doce promesas. (Ver en Promesas).
Entiendo perfectamente que es muy difícil de creer mi testimonio, porque estas presencias ocurren cada 50 o 100 años. Pero ¿qué es lo que debería yo hacer, guardarlo para mí mismo o dar testimonio de ello?
Si recordamos la mayoría de los Evangelios nos hablan del amor al prójimo, especialmente el Evangelio de Lucas, capítulo X, de ahí que podemos suponer que al final de los tiempos Dios nos preguntará a cada uno ¿Dime, tuviste amor a tu prójimo? Pero supuse que a mí me diría, además:
"Te salvé la vida varias veces, te concedí la vida de tu hermano, salvé la vida de tu esposa y la de tu amigo, dime ¿Diste testimonio de mi Amor, diste testimonio de mí Misericordia?".
No me atrevería a decirle que no, pues habiéndome demostrado El su amor, tenía que corresponderle como todo hijo a sus padres. Por eso es que presento y he dado este testimonio mas de 20 veces en 15 Parroquias, este testimonio consta de cinco partes (Dos experiencias milagrosas, dos presencias y una Diosidencia).
Primera Experiencia
La primera experiencia que me acercó a Jesucristo fue alrededor de 1959, un viernes santo cuando yendo con un amigo de la primaria en un pickup nuevo, tomado prestado rumbo a Bahía de Kino, las llantas patinaron por arena en la carretera y salimos volando, cayendo en el único cúmulo de arena que había entre Kino Viejo y Kino Nuevo.

No le pasó nada al carro ni a nosotros afortunadamente. Un grupo de jóvenes se acercó a ayudarnos a bajar el carro del cúmulo de arena, pero enseguida vimos que era imposible subirlo de nuevo a la carretera por la altura y tuvimos que empujarlo 4 o 5 kilómetros rodeando una loma que entonces estaba totalmente despoblada, lo hicimos apuradamente pues estaba subiendo la marea, con el fin de llegar hasta Kino Viejo para tener acceso de nuevo a la carretera. Al poco tiempo tuvimos que quitarnos los zapatos y para protegerme del sol me puse un sombrero agujerado que estaba en la arena. A medio camino llevaba los pies sangrando y el aro del sombrero me lastimaba la frente, vi el reloj y eran las 3 de la tarde de ese viernes santo y recordé el recorrido de Cristo, con la pesada Cruz a cuestas y la corona de espinas y yo había salido a pasearme y divertirme el día y la hora de su muerte. Aun así, Él nos había salvado la vida, pues no había otro promontorio de arena en toda la carretera sino justo donde nosotros caímos.
Desde entonces sentí la presencia de nuestro Señor, pero ignoraba porque me protegía como a tantos ha salvado.
Segunda Experiencia
Diez años después, alrededor de 1969, mi esposa y nuestros cinco hijos se encontraban en Hermosillo visitando familiares, y al terminar mis labores en Guaymas me dirigí solo a Hermosillo a reunirme con ellos, alrededor de las 6 de la tarde me enfilé por carretera, entonces era de solo de un solo carril y al salir de una curva poco después del sitio conocido como Las Palmas al ir por el puente la Arboleda iba cruzando una vaca que para evitar chocar con ella me desvié primero hacia la izquierda y para

evitar salirme giré el volante hacia la derecha y luego de nuevo a la izquierda, con lo que el carro un Plymouth Belvedere derrapó y continuó corriendo, pero en reversa como a 80 Km/hora no sé cómo por el espejo lo medio controlé hasta que finalmente se salió por la orilla contraria a mi carril y fue cuando finalmente apliqué el freno, quedando estacionado en sentido contrario. Un señor muy amable cuyo nombre desconozco, venía justo atrás de mi con su chofer, se detuvo y fue a verme, me preguntó que, si llevaba algo con alcohol, le dije “no vengo tomando”. Me contestó es para que se lo tome, lo necesita, lo que acaba de hacer es increíble. Le pidió a su chofer que se trajera mi carro y el me trajo en su carro hasta Hermosillo, casualmente vivía muy cerca de la casa de mi familia por donde era el antiguo aeropuerto cerca de donde hoy está el Hospital Chávez del Isssteson.
Cuántas veces ha salvado Dios mi vida lo desconozco, pero estas dos si tengo plena conciencia de ello.
Primera Presencia
El sábado 21 de junio de 1980 me avisaron que a uno de mis hermanos, Manuel Raymundo (QEPD), lo iban a internar por una infección grave. Fui a Hermosillo, encontrándolo consciente pero muy amarillo, con diagnóstico de hepatitis. Estaba en la sala de infectología del Hospital General del Estado. Lo saqué y lo llevé a su casa, al día siguiente lo internaron en la Clínica del Noroeste.

El domingo tuvo convulsiones y se agravó. El día siguiente cayó en coma, lo trasladaron al Hospital de la Universidad de Tucson acompañado de su amigo íntimo, el Dr. Francisco Ramos.
El martes 24 llegué a Tucson y seguía en coma. El miércoles los médicos le dieron 10% de posibilidades de sobrevivir. El jueves ya con tres días en coma, solo la pupila de un ojo respondía a la luz, su amigo médico me dijo que no podría salvarse.
Ese día en la tarde fui a la pequeña iglesia del hospital, me arrodillé ante un crucifijo, y le rogué al Señor que lo salvara y tuve el atrevimiento de decirle que no me levantaría de ahí hasta que me diera una señal que me dijera si se iba a salvar o no. A los 30 minutos me pareció ver entre sombras un rostro de Cristo triste con una corona de espinas. A los 45 me pareció o quizás imaginé que sonreía. Me levanté y fui corriendo a decirle a su amigo que mi hermano se iba a salvar, me acompañó a verlo, pero el continuaba igual.

Nos recostamos un rato y a las 9:00 de la noche fui nuevamente a ver a mi hermano. Me acerqué como siempre para tocarlo y de repente abrió sus grandes ojos y me miró fijamente. No lo podía creer, primero me alegré, pero luego pensé que quizás era un movimiento previo a la muerte. Para asegurarme, le aventé la mano hacia los ojos y el los cerró y los abrió de nuevo.
Ahora si estaba seguro, de que antes de tres horas el Señor me había respondido y le devolvía la vida a mi hermano, corrí a llamar a su amigo y contarle lo que había pasado. De mala gana fue conmigo a verlo, pero estaba inconsciente nuevamente.
El día siguiente viernes en la mañana, lo encontramos igual. Nos fuimos a intentar desayunar y luego de nuevo a verlo. Al entrar a su cuarto escuchamos fuerte la voz de mi hermano que le decía a su amigo ¡Pancha! (pues así le decía de broma). Estaba sentado en su cama sonriéndonos. Pancho, el médico, no podía dar crédito a sus ojos. ¿Ahora si me crees?, le dije. Mi hermano se recuperó y pudo salir del hospital varios días después.
Segunda Presencia
Durante más de 15 años desde 1966, hice amistad con un médico originario de Guadalajara radicado inicialmente en Empalme, el Dr. José Iturbide Camarena. El se convirtió para mí en un hermano más, pues compartimos infinidad de vivencias de estudio, deportivas, festivas y familiares. Desde luego, nos hicimos compadres.

Dos años después de la enfermedad de mi hermano, mi compadre empezó con problemas intestinales, se trasladó a consulta a Tucson y el 28 de abril de 1982 en la noche, cuando estábamos por acostarnos, me habló desde allá su primera esposa (QEPD), para avisarme que el día siguiente lo operaban de cáncer de colon y que no le daban esperanzas. Como han de imaginar me angustié tremendamente por tan sombría noticia.
Como de costumbre, me persigné, recé un Padre Nuestro y me recosté al lado de mi esposa, sin sueño alguno por la preocupación. Empecé a pedirle a Dios por él, diciéndole: Tu salvaste a mi hermano cuando te rogué por él, ahora Te suplico por mi amigo a quien quiero como hermano y te pido me des como entonces una señal de que lo vas a salvar. De pronto, estando con los ojos cerrados apareció en mis ojos la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, con un corazón rojo muy grande, mucho mayor que las imágenes que conocía y una túnica blanca resplandeciente que atrajo fuertemente mi atención. Quise alzar la vista para contemplar Su Rostro, pero entonces la blancura de Su túnica aumentó fuertemente de intensidad (conocido esto como transfiguración) obligándome a abrir inmediatamente los ojos. Por lo que no me permitió apreciar su rostro, tal y como está escrito.

Debo aclarar que yo era muy poco afecto a las imágenes, la única que consideraba válida era la del crucifijo, ya que a todas las demás no las tomaba en cuenta. El significado lo entendí después de leer sobre su primera aparición a Santa Margarita María Alacoque en 1673, 309 años antes.
El día siguiente nos fuimos a Tucson al Hospital San José (St. Joseph's Hospital).

Le platiqué a mi amigo lo que me había
pasado poco antes de su operación y le dije que no me creería. Pero me sorprendió al decirme, que si me creía, porque justo una hora antes le había llamado su madre (QEPD) desde Guadalajara diciéndole que antes de su operación, se pusiera por el lado del Sagrado Corazón de Jesús la medalla que ella le había regalado.
Mi amigo salió bien de la operación y hasta la fecha reside en la ciudad de Guadalajara y continúa siendo ejemplo de honestidad, amor al prójimo y dedicado cristianismo.
Una Hermosa Diosidencia
No encontraba yo como agradecer tan maravillosa presencia de El Sagrado Corazón de Jesús. Lo que hice fue dar testimonio en algunas iglesias. Después en el año de 2006, decidí darle forma a Su imagen y promulgar Su devoción. En septiembre de ese año fui a Guadalajara a un congreso y aproveché para solicitar que fabricaran la primera imagen, que hoy está en la Iglesia de Cristo Rey en Empalme. A mi regreso llegué en avión a Hermosillo el domingo 17 con bastante retraso, lo que me obligó a quedarme en casa de una de mis hijas. Al día siguiente, sobre la silla junto a mí, estaba el periódico que anunciaba que ese día iban a estar en Hermosillo en el Colegio Lux los restos incorruptos de Santa Margarita María Alacoque, por vez primera traídos a México. Contacté a uno de los guardias de honor que acompañaba sus restos, permitiéndome ser el primero en verlos y tocar el cofre que los contenía.

Estoy seguro que ella venía a confirmarme que estaba en el camino correcto de fomentar la fe en su Sagrado Corazón por medio de una imagen, pues en cuantas partes del mundo podían haber estado sus restos y en su primera visita a México me cruzaba con ella después de ordenar Su primera imagen. Los guardias de honor me dijeron “es una hermosísima Diosidencia”.
¿Por qué es una Diosidencia?, ¿Porque quien en el mundo tiene la capacidad para motivarme a ir a ordenar Su imagen, mover a cientos de personas con los restos de Santa Margarita María a través del mundo, retrasar un avión y hacer que coincidiéramos ambos videntes de su Sagrado Corazón en el mismo lugar?
Solo Dios tiene ese poder
Este Testimonio de Vida lo he presentado en todas las iglesias de Guaymas, Empalme y San Carlos y en dos de Hermosillo y lo publico para que sean partícipes y compartan esta vivencia. Para que una vez difundido, en el futuro, venga gente de todo el mundo a visitar Sonora y especialmente a Guaymas, la segunda casa del Sagrado Corazón de Jesús
Cristo escucha nuestros pensamientos, observa nuestras obras y Su corazón sufre cuando ignoramos sus enseñanzas. Nos ama intensamente, pero desea que su amor sea correspondido, que Su Sagrado Corazón sea entronizado, no nada más en una iglesia, sino también en nuestros hogares y en nuestros corazones. Todos los sacerdotes de Guaymas y Empalme con la ayuda de los feligreses, han estado entronizando cuadros con la imagen de su Sagrado Corazón en los hogares que lo han solicitado. Y esta es la imagen:

A la fecha hemos entregado cientos de imágenes en papel fotográfico para ser enmarcadas y bendecidas por el párroco de cada iglesia. He entregado ademas 4 imágenes de cuerpo entero, una en Empalme, dos en Guaymas y una en Hermosillo, gracias a la colaboración de varios sacerdotes, del ex obispo de Ciudad Obregón Monseñor Felipe Padilla Cardona, el ex arzobispo de Hermosillo Monseñor José Ulises Macias Salcedo y desde luego la simpatía y apoyo de nuestro Obispo Monseñor Rutilo Felipe Pozos Lorenzini.
Termino afirmando, que de ningún modo me siento merecedor de esa Su Maravillosa Presencia, soy un pecador arrepentido y estoy plenamente consciente de que solo soy un instrumento del Señor, y que debe ser como dice la Biblia en 1 Cor. 1,27-29
"Dios ha escogido a lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte. Dios ha escogido lo bajo y despreciado de este mundo y lo que no es, para nulificar lo que es, a fin de que nadie, absolutamente nadie se jacte delante de Él"
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Sagrado Corazón de Jesús en Ti Confío
AGRADECIMIENTOS
Agradezco infinitamente las finas atenciones de:
- El ex obispo de Ciudad Obregón Monseñor Felipe Padilla Cardona.
- El arzobispo emérito de Hermosillo Monseñor José Ulises Macías Salcedo.
- Nuestro Obispo Monseñor Rutilo Felipe Pozos Lorenzini.
- A todos los sacerdotes de Guaymas, Empalme y San Carlos.
Y de manera muy especial al Padre Felipe de Jesús Gonzáles Iñiguez y al Profesor Luis Müggenburg por su revisión y consejos y al Ing. Oscar Ulloa Cadena por su enorme apoyo en la realización de esta página.